miércoles, 18 de julio de 2018

CUANDO EL CORAZÓN DERRAMA GRATITUD

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En muchos momentos de nuestra vida hemos sido espontáneos y hemos experimentados que habla nuestro corazón. Es verdad que no nos atrevemos a dejarlas escapar y también que todas, o casi todas, mueren en el mismo lugar que nacen, dentro de nosotros. Sería bueno dejarlas escapar y que revoloteen a nuestro derredor y, ¿por qué no?, salgan a la luz y descubran nuestro corazón agradecido.

Hoy, Jesús, deja escapar una de esas oraciones espontáneas que le tocan el corazón. Experimenta que la escucha de la Palabra no es receptiva para aquellos intelectuales que presumen de sabérselo todo; experimenta que para escuchar hay que ser humilde y sencillo y eso no abunda en corazones orgullosos, suficientes y soberbios. No podrá crecer nunca la buena semilla entre abrojos, pedregales y tierra poco profunda, pero a pesar de eso, la Palabra será siempre sembrada porque está destinada a sembrarse en todas partes.

Pero, sólo la tierra buena, abonada con humildad y sencillez, permitirá hundir las raíces de la Palabra en sus senos y fertilizar sus profundos surcos de la Gracia de Dios transformando tu corazón humano en un corazón divino semejante al Señor. Por eso, necesitamos un corazón humilde y  sencillo para dejar que la Gracia del Señor nos transparente y la luz pueda reflejarse en nosotros y traspasarnos para llegar a otros.

También nosotros, en el Señor Jesús, damos gracias por tener esa actitud de querer convertir nuestro endurecido y humano corazón en un corazón semejante al Señor. Y, siguiendo sus pasos, nos postramos ante su presencia en gesto y señal de suplicar su sabiduría y su Amor.

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