domingo, 15 de julio de 2018

ENVIADOS A MISIONAR

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Mc 6,7-13
No hay otro objetivo ni otra misión. Nuestra misión es misionar, valga la redundancia. Una misión, pongámosle un nombre, seglar. Es decir, una misión que realizas desde tu familia, desde tu colegio, desde tu círculo de amigos, desde tu ambiente, pueblo o ciudad. Y, hoy, también desde Internet. Desde el momento de tu bautizo quedas configurado como sacerdote, profeta y rey, y eres enviado a dar testimonio de la Palabra y del Reino de los Cielos.

Pero, ¡cuidado!, no te asuste. No se trata de nada que no sea natural. Sí, existen vocaciones concretas de misioneros que van a otros países, y de consagrados en unas misiones concretas, pero no todos son enviados a lo mismo. También está la ciudad, las familias, los pueblos, el colegio, el ambiente de tu círculo más íntimo, en tu trabajo...etc. Cada cual debe dar testimonio de su fe, es decir, de lo que vive. Y es muy fácil hacerlo. Se trata de escuchar, de compartir, de comprender, de ser amable, de ser solidario, de ayudar, de ser generoso, de...etc. Eso está al alcance de todo y en todos los lugares que tu vida se sitúe.

Otra cosa es que nos cueste y nos resulte difícil por nuestros pecados. El orgullo, la soberbia, la suficiencia, la envidia, la avaricia, el egoísmo, las riquezas, el poder...etc, son piedras que nos impiden avanzar y realizar la misión como a nosotros nos gustaría. Sí, lo fácil se torna difícil. Pero, tenemos una carta en la manga. No vamos solos. Desde el día de nuestro bautismos recibimos al Espíritu Santo, y Él nos acompaña y nos fortalece, nos da sabiduría, inteligencia, consejo, ciencia, piedad y temor de Dios. Con ellos y sus constante asistencia podemos vencer las dificultades y realizar nuestra misión.

No perdamos de vista, porque es lo que verdaderamente importa. Siempre, cuando vamos al cine, nos interesa saber el final. Pues, nuestro final es el gozo y la plenitud de la Vida Eterna. ¿Qué te parece? Ese objetivo nos ayudará a confiar, a creer y a dejarnos interpelar y dirigir por el Espíritu Santo, porque eso nos hará mas felices ahora y en la otra vida para siempre.

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