domingo, 13 de marzo de 2022

UNA LUZ QUE NOS LLENA DE ESPERANZA

 
Lc 9,28-36

Todos pensamos que la vida es hermosa, pero, hay momentos que dudamos de eso que pensamos. Sobre todo, cuando la oscuridad se hace presente y todo parece que se derrumba. Se nos viene el mundo abajo y, lo que nos parecía hermoso, ahora se nos vuelve odioso y trágico. Es evidente, la experiencia nos no corrobora, que la vida presenta momentos y circunstancias alegres, de gozo y felicidad, pero, también, momentos de tristeza, desolación, angustia y dolor. 

Sin embargo, lo que nunca debemos perder es la esperanza. Sin esperanza es imposible vivir y avanzar. Posiblemente, la falta de esperanza provoca la depresión y, en consecuencia, el disparate. Siempre, si confiamos en Dios, hay motivos y razones para la esperanza. Precisamente, hoy, nos narra el Evangelio el episodio del Tabor. Jesús se hace acompañar por Pedro, Santiago y Juan, quizás tres de los apóstoles más aventajados, para que suban con Él al monte y le acompañen a orar. Allí, junto a Jesús, todo es hermoso hasta el punto de que Pedro, olvidándose de él y sus compañeros, propone a Jesús hacer tres tiendas para que Él, Moisés y Elías, que ven junto a Jesús.

Junto a Jesús todo se ve de otra forma. Posiblemente, los problemas son los mismos, pero las forma de afrontarlos son diferentes. La Misericordia de Dios, que no nos registra ni tiene en cuenta nuestros fallos y pecados, nos levanta, nos anima y nos invita a seguir el camino. Un camino lleno de dificultades – vamos hacia la cruz – pero un camino de esperanza y Resurrección. La presencia de Moisés y Elías así lo testifican y lo atestiguan. Ellos han resucitados y, también nosotros, por los méritos de Jesús, resucitaremos también.

Pero es bueno saber y aceptar la Infinita Misericordia de Dios, nuestro Padre. Después de, aproximadamente, o más, dos mil años. Nosotros gozamos de la gran ventaja de saber que Jesús nos adelanta la prueba de su Resurrección. Es un alto en el camino que nos motiva y nos da esperanza. Ellos, los apóstoles no comprendieron lo que habían visto, pero, más tarde lo entendieron cuando, sobre todo Pedro y Juan, comprobaron que el sepulcro estaba vacío. En la Transfiguración, Jesús, les mostró su esplendor y su Resurrección, a pesar de que había que seguir el camino hacia Jerusalén, donde iba a ser crucificado. Vivamos con esperanza y ánimo, también nosotros, ese camino cuaresmal hasta el momento de la Resurrección.

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