domingo, 14 de agosto de 2022

EL FUEGO DEL AMOR

El amor quema, y quema porque amar exige en muchos momentos renuncias, sacrificios, ver tus propias ideas desde otro prisma diferente, hacerte pequeño, humilde, servicial y perdonar, incluso al enemigo. Amar, por tanto, supone prenderle fuego a tu vida y quemarte en muchos momentos que te exigen morir a ti mismo. Las palabras de Jesús son realmente verdad y claras: «He venido a encender fuego en el mundo, ¡y cómo querría que ya estuviera ardiendo!

Experimentas que tu vida se complica cuando decides amar. Porque, amar no es mirar para ti, sino mirar para el otro; porque, amar no es un sentimiento, sino un compromiso; porque, amar no es alcanzar el éxito y la fama, sino darte hasta el punto de quedarte en el último lugar. Es lógico que tu vida se complique y, sobre todo, tus más próximos: ¿Creéis que he venido a traer paz a la tierra? Pues os digo que no, sino división. Porque, de ahora en adelante, cinco en una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres. El padre estará contra su hijo y el hijo contra su padre; la madre contra su hija y la hija contra su madre; la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra».

De modo que, si decides amar puedes imaginar que te espera. Porque, el mundo no ama, se ama. Y cuando el resultado del amor es amarse a sí mismo, nace la confrontación, las diferencias extremas y violentas y, por supuestos, las guerras. Precisamente, es lo que vivimos cada día.

 

—Cuando se vive —dijo Manuel— de espaldas al amor, todo se complica y reina el mal, la mentira y la injusticia. Porque, amar contiene todo lo contrario: verdad, justicia y fraternidad.

—Esa es la realidad —respondió Pedro. Lo vemos todos los días. La disputa es carencia de amor. Cuando falta el amor aparece el enfrentamiento.

—Amar —dijo Manuel— prende el corazón, tal y como dice el Evangelio de hoy, y nos predispone misericordiosamente a luchar contra el desamor. Por tanto, necesitamos una fortaleza que solo la encontramos en adherirnos al Espíritu Santo.

—Precisamente —añadió Pedro. Para eso ha venido en la hora de nuestro bautismo.

 

Está claro, seguir a Jesús, que ha venido a amar, no es nada fácil. Exige dar una tuerca total a nuestra manera de pensar y de ver el mundo. Exige ponernos, como dice el Evangelio en conflicto con este mundo hasta arder plenamente de ese amor misericordioso como Jesús nos muestra. Ahora, seremos nosotros los que decidamos dejarnos quemar plenamente por ese Amor que Jesús nos trae y nos regala.

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