martes, 9 de mayo de 2023

NUESTRA ESPERANZA NO ESTÁ EN EL MUNDO, SE APOYA EN EL SEÑOR, UNA PAZ ETERNA.

Cuando hablamos de paz hablamos de eternidad. No entenderíamos una paz limitada, caduca y temporal. ¿Por qué?, simplemente porque sería una paz intranquila, pendiente de que se acabe y que se interrumpa. ¿Cómo se podría vivir en paz temiendo que de hoy para mañana vuelva la intranquilidad, la enfermedad, la confrontación o la guerra?

Es evidente y de sentido común que la paz exige condición de eternidad. Y es esa la Paz de la que habla nuestro Señor Jesús. Una paz que, aunque camina por el desierto de este mundo, carga con esperanza los avatares, adversidades, sufrimientos y enfermedades esperanzados en saber que todo terminará en esa paz eterna que en Jesús encontramos y nos es prometida.

Y es en ese sentido lo que nos dice Jesús: (Jn 14,27-31a): En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Os dejo la paz, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Habéis oído que os he dicho: ‘Me voy y volveré a vosotros’. Si me amarais… Lo demás lo dejo para que lo leas tú, querido y hermano lector en la fe. Realmente vale la pena leerlo si te preocupa y deseas la paz, bien universal de la humanidad.

¿No te has parado a pensar que el mundo se soporta porque hay paz? Es verdad que una paz mundana. Es decir, por etapas, por rachas, a rato y con dificultades. Una paz que se manifiesta también en la vida personal e íntima de cada ser humano. Una paz que se presenta en la familia, trabajo, ambiente social…etc., pero que de la misma forma se quiebra y se rompe en cualquier momento amenazada siempre por el príncipe de este mundo. Una paz que no tiene nada que ver con la y de la que nos habla el Señor.

Porque la Paz que nos regala Jesús es una Paz que se esconde en la cruz de cada día. Es una paz que nace precisamente de esa cruz que nos aguijonea el corazón pero que al mismo tiempo lo llena de esperanza y de amor misericordioso. Es la paz que, tras pasar el desierto de este mundo, se descubre gozosa, feliz y eterna.

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