No trates de
entender ni de descubrir el misterio del Señor Jesús. Nunca lo podremos saber
salvo por nosotros mismos salvo por la acción del Espíritu Santo. Nuestra cabeza,
apetencias, apegos e ilusiones van por otro camino. Estamos sometidos al y por
el pecado a satisfacer nuestros egoísmos y no entendemos nada de lo que nos
dice el Señor hasta que nos dejemos invadir plenamente por el Espíritu Santo.
Así, lo descubrimos
en el camino de los hechos de los apóstoles, ha sucedido con la primera comunidad
cristiana. Hasta la Ascensión del Señor, y después de compartir con Él
cincuenta días de apariciones y vivencias no se habían enterado de la misión.
Pensaban todavía, quizás como nos ocurre a nosotros todavía hoy, en un reino
mundano de acuerdo con nuestras apetencias, ideales y egoísmos.
La vida nos exige
un reto a cada instante. Un reto de darnos cuenta a dónde vamos y cómo vamos. Y
de cómo tenemos que actuar en cada momento. Experimentamos y observamos que
somos poca cosa, que apenas sabemos sacar las manos y saber donde estamos.
Pero, nos sabemos en presencia del Señor, de ese Señor que acompañó e instruyó a
sus discípulos durante tres años y, luego, cincuenta días una vez Resucitado.
E igual que a ellos, también nos acompaña a nosotros hoy y siempre. Tomar conciencia de eso nos cambiará la vida, nos fortalecerá nuestro camino y nos dará sabiduría, paz y paciencia para soportar y saber por dónde tendremos que ir en cada instante de nuestra vida. Porque es el Espíritu de Dios quien nos dirige, quien nos anima, quien nos instruye, quien nos ilumina y nos fortalece para que seamos eso que el Señor ya nos ha dicho y nos ha mandado: Sal y luz para el mundo. Y es en este mundo donde tenemos nosotros que caminar sin desesperar sino todo lo contrario, confiar sabiendo que Jesús actúa con nosotros y actuará cuando decida que este mundo ha llegado a su fin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.