Ambos, Jesús y
Juan, guardan un paralelismo en sus vidas. Ambos son anunciados como
acontecimientos milagrosos nacidos en el vientre de sus madres; ambos son
celebrados con gran admiración y asombro por todos sus círculos y vecinos en
sus respectivos nacimientos; ambos son circuncidados tal y como ordena la ley y
ambos viven una vida oculta hasta el instante donde proclaman el anuncio de la
Buena Noticia.
Dos mujeres infractoras
que se atreven a tomar la palabra en público: María canta la grandeza del Señor
e Isabel interrumpe la solicitud de los sacerdotes del templo proponiéndoles el
nombre de Juan. Uno, Juan, será el precursor, aquel que preparará el camino al
Dios encarnado en Naturaleza Humana. Y Jesús, Dios hecho Hombre, dará
certificado de veracidad a la palabra de Juan proclamándola como la Buena
Noticia de salvación.
Y esa realidad es
la que ha seguido en la historia del mundo hasta nuestros días. La pregunta
ahora no puede ser otra: ¿Qué piensas tú de esas dos mujeres? Una la madre de
Juan, el precursor. La otra, María, la Madre del Dios encarnado, nuestro Señor
Jesús. ¿Crees que son criaturas tomadas por Dios para realizar su Plan
salvífico? ¿Y crees que sus hijos son los pilares de ese Plan que nuestro Padre
Dios, enviando a su Hijo, nuestro Señor Jesús, Señor, Jesús, nos anuncia su
Infinito Amor Misericordioso y su oferta de salvación?
Ahora es momento de salvación y está en nuestras manos admirarnos y asombrarnos como aquellas personas de su tiempo y abrir nuestros corazones a su Palabra.
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