Toda tu felicidad
eterna dependerá de ese momento, de esa hora final. Cada paso de tu vida tendrá
una gran repercusión en el momento final de tu vida. Y nada tendrá gran valor
sino esa cantidad de amor que tú hayas dado. De modo que si has dedicado tu
vida a ti mismo, sin pensar en los demás, sobre todo en los más pobres y
desvalidos, te has jugado tu felicidad eterna.
Nos encontraremos
con Jesús como Cristo Rey, que vendrá a juzgar nuestra capacidad de amor y
misericordia dada, sobre todo, a los más necesitados. Eso determinará nuestro
lugar para toda la eternidad. Y no son palabras u opiniones mías, es Palabra de
Dios que podemos leer en el Evangelio: (Mt 25,31-46): En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando el Hijo del hombre venga en
su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de
gloria. Serán congregadas delante de Él todas las… Entonces dirá el Rey a los
de su derecha: ‘Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino
preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me… E
irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna».
Es evidente que
todo lo que hagamos en este mundo no tendrá gran valor si al final perdemos esa
vida eterna. Y eso es lo único y verdaderamente importante. Vivimos para
alcanzar la Vida plena y eterna, pero solo lo lograremos si realmente estamos
injertado durante nuestro camino en este mundo en Xto. Jesús. No hay más
alternativa. Así de simple y sencillo. Él es Camino, Verdad y Vida y todo
camino o vida fuera de Él va camino de perdición.
Eres libre para pensar, decidir y gastar tu vida como quieras. Pero, nunca olvides que esa vida, por muy bien que te vaya, se gasta. Y luego viene la verdadera y eterna, y esa como la palabra lo dice, es para siempre. Y es en ella donde está la verdadera y plena felicidad o la perdición. Tú, ahora, decides.
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