sábado, 25 de noviembre de 2023

UN MUNDO FUERA DE NUESTRO ALCANCE: RESURRECCIÓN ETERNA.

No podemos entender los planes de Dios, ni tampoco lo que nos tiene preparado. No sabemos ni podemos imaginar como será la eternidad que nos espera junto al Señor, solo sabemos, porque confiamos en su Palabra, que seremos felices eternamente.

Tratar de dar respuesta a lo que Dios nos ha prometido desde nuestra razón es meter la pata y estar equivocado al cien por cien. Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios preparó para los que le aman (1ª Corintios 2). Esto fue lo que les sucedió a los saduceos de los que nos habla hoy el Evangelio (Lc 20, 27-40).

Somos eternos, seamos quienes seamos, desde la hora de nuestro nacimiento. Es más, desde que Dios nos ha concebido en su pensamiento. Es decir, desde la eternidad. Es evidente que todo eso se nos escapa a nuestro pequeño y pobre entendimiento. Eso prueba y nos demuestra nuestra pequeñez por muy grande que algunos nos creamos.

Hemos nacido para vivir eternamente, y así será. Solo que tenemos la opción, porque nuestro Padre nos ha creado libres, y la gran oportunidad de elegir vivir eternamente dichosos, bienaventurados – como nos llama el Señor – y felices para siempre, o, por el contrario, elegir erróneamente seducidos por el demonio este mundo, vivirlo, nunca plenamente felices, y luego al lugar donde será el llanto y crujir de dientes.

Esta es la única y verdadera opción, todo lo demás es caduco, finito y carece de valor. Solo la oportunidad de amar misericordiosamente hace y transforma esta vida terrenal en una ocasión hermosa, alegre, emocionante, sugerente, llena de vida, Esperanza y Fe que unidas a la Caridad nos pone en relación eterna con nuestro Padre Dios. En Él ponemos toda nuestra confianza y en Él nos abandonamos llenos de esperanza y de fe.

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