sábado, 11 de noviembre de 2023

QUIZÁS NO SIENTAS EL DESEO, PERO TU GENEROSIDAD LO MANIFIESTA.

Posiblemente no sientas ni experimentes el gozo de dar, de ser generoso, sin embargo, porque quieres obedecer al Señor, te desprendes de lo que te sobra, incluso de más de lo que te sobra, y lo compartes con el necesitado. ¿No es eso amor aunque esté escondido en el pecado de tu corazón?

La parábola de ayer – Lc 16, 1-8 – nos lo deja claro:  poner todo tus talentos, tus cualidades, tu tiempo y astucia al servicio de los que las necesitan son en definitiva manifestaciones de amor. No se trata de aprovecharte, quitarle a uno para dárselo a otro. Se trata de caer en la cuenta de que muchos no tienen y a ti te sobra o puedes compartir de lo que tienes con el que lo necesita. Y eso, aunque te duela y cueste, es amar.

Nuestra naturaleza está herida por el pecado. Es débil y frágil e inclinada al egoísmo y, por sí misma, no puede librarse de esa atadura del pecado. Experimenta esa esclavitud. Solo en el Señor y por su Amor Misericordioso puede quedar libre. Simplemente, el hecho de querer y de dar manifiesta la voluntad del deseo de amar. Todo lo demás respecto al sentirlo, a experimentarlo es Gracia de Dios.

A nosotros nos toca creer en el Señor y actuar por obediencia porque no llegamos a entender ese Amor Infinito y Misericordioso que Él nos da y nos propone. Creer, obedecer y obrar es la prueba. Lo demás corresponderá a la Gracia de nuestro Señor.

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