Lo hemos
experimentado muchas veces, la vida apoyada en la mentira y cobardía siempre
termina frustrada y perdida. La historia nos da muchos ejemplos, pero más
permanece escondido en la conciencia de cada cual que haya dejado que su
conciencia se someta al engaño, a la cobardía y al pecado.
La historia de
Herodes refleja esta constante de despotismo y de irresponsabilidad escondida
en la debilidad, los caprichos, la satisfacción y el pecado. Frente a él, un
Juan Bautista que personaliza todo lo contrario: fe, convicción, personalidad,
dignidad y verdad. Proclama la hora de la llegada del Mesías. Anuncia su
llegada y su presencia ya entre nosotros. Denuncia la vida disoluta y de pecado
de tetrarca Herodes y eso trae como consecuencia su muerte.
Hay momentos que
nuestra conciencia nos inquieta y nos llama a cambiar de actitudes, a reconocer
que Dios está presente en nuestra vida y a emprender camino de conversión.
Pero, quizás, como sucedió con el tetrarca Herodes, nosotros también titubeamos
y nos resistimos al cambio. Quizás debilitado por nuestras comodidades, nuestros
hábitos y egoísmos permanecemos inmóviles y sin reacción. Y cortamos la cabeza
a nuestra propia actitud de conversión.
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