(Lc 12,39-48) |
¿Acaso los que han recibido dones extraordinarios, tanto físicos como intelectuales, han hecho méritos para merecerlos? ¿No los han recibido gratuitamente? Y si es así, ¿no tienen la responsabilidad de compartirlos y ponerlos al servicio del bien común? Es esto lo que se nos dice claramente en el Evangelio de hoy: « ¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para darles a su tiempo su ración conveniente? Dichoso aquel siervo a quien su señor,... le señalará su suerte entre los infieles».
Tus cualidades te has sido regaladas para administrarlas para el bien de todos y quienes así lo hagan y se esfuercen recibirán la aprobación del Señor, la sabiduría y la fortaleza para saber emplearlas y defenderlas para el bien y provecho de todos. Esos serán los fieles y buenos administradores. Por el contrario, todos aquellos que sean sorprendidos haciendo lo que les viene en gana y para su propio placer y provecho, serán condenados.
Tus cualidades te has sido regaladas para administrarlas para el bien de todos y quienes así lo hagan y se esfuercen recibirán la aprobación del Señor, la sabiduría y la fortaleza para saber emplearlas y defenderlas para el bien y provecho de todos. Esos serán los fieles y buenos administradores. Por el contrario, todos aquellos que sean sorprendidos haciendo lo que les viene en gana y para su propio placer y provecho, serán condenados.
Se nos dice muy claro: «Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; el que no la conoce y hace cosas dignas de azotes, recibirá pocos; a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más».
Todos recibiremos en la medida que también hayamos recibido talentos. La parábola de los talentos nos despeja también las dudas que se nos puedan presentar. Tú tienes una misión y unas cualidades, y es de eso de lo que se te pedirá cuenta. Pero, ¡cuidado!, porque no vale esconderse ni evadirse para no conocer la Voluntad del Señor. Se refiere a aquellos que, por las circunstancias de la vida han vivido en circunstancias adversas, lugares inhóspitos o se les ha ocultado y perseguido impidiéndoles conocerla.
Pidamos fortaleza y sabiduría para que, en el Espíritu Santo, podamos ir viviendo y realizando la Voluntad que el Señor nos ha encomendado en nuestra vida.
Todos recibiremos en la medida que también hayamos recibido talentos. La parábola de los talentos nos despeja también las dudas que se nos puedan presentar. Tú tienes una misión y unas cualidades, y es de eso de lo que se te pedirá cuenta. Pero, ¡cuidado!, porque no vale esconderse ni evadirse para no conocer la Voluntad del Señor. Se refiere a aquellos que, por las circunstancias de la vida han vivido en circunstancias adversas, lugares inhóspitos o se les ha ocultado y perseguido impidiéndoles conocerla.
Pidamos fortaleza y sabiduría para que, en el Espíritu Santo, podamos ir viviendo y realizando la Voluntad que el Señor nos ha encomendado en nuestra vida.
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