jueves, 21 de diciembre de 2017

EL GOZO DE MARÍA

Lc 1,39-45
Todo está puesto en Manos del Señor. María camina llena de gozo y alegría. Se hace camino con la Palabra de Dios. En Él se confía y su Palabra tiene verdadero cumplimiento. El Señor nunca falla. Es Dios y para Él no hay nada imposible. No lo sé, pero me gusta imaginarmelo, entre otras cosas porque así lo experimento y lo siento yo. Y me llena de gozo y alegría pensar que María, llena de paz, de alegría y amor corría apresurada a visitar a su prima Isabel. Ambas tenían motivos más que sobrados para cantar alabanzas al Señor.

Y se produce uno de los milagros, al menos para mí, que me han llenado de gozo, de alegría y de paz. El encuentro de María y su prima Isabel. Es de sentido común que Isabel no podría saber nada de María. Las comunicaciones en ese tiempo no eran fluidas ni fáciles de establecer entre un pueblo y otro. Además, el anuncio del Ángel Gabriel no fue publicado. Había sido un anuncio en privado. Sólo a María.

Me pregunto, ¿cómo podría Isabel saber que María, su prima, llevaba en su vientre al Mesías? ¿De dónde, entonces, su respuesta al saludo de María? ¿Y el salto de Juan en el vientre de su madre Isabel? ¿Se puede entender esto fuera del poder de Dios? ¿Por qué permanecen nuestros corazones cerrados? ¿No sería una buena Navidad abrir nuestro corazón al nacimiento del Señor y permitirle nacer en él?

¿Por qué no dejarnos llenar de bienaventuranzas como María y creer en el Señor confiando que su Palabra tendrá pleno cumplimiento? Seguro que una madre quiere lo mejor para su hijo. Tengamos plena seguridad y confianza que María, Madre de Dios pero también Madre nuestra, quiere lo mejor para todos sus hijos. Y seguramente nos visita y nos saluda presentándonos a su Hijo. Seamos agradecidos y tratemos en estas navidades de corresponderle devolviéndole el saludo y haciéndole un hueco en nuestro corazón a su Hijo, el Mesías prometido que nos visita y nos llama a conversión para salvarnos y darnos la Vida Eterna.

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