Podríamos hablar hoy, en nuestro tiempo, de la ley mordaza o de la libertad de expresión ¿cuál es el límite? En esas circunstancias queda muy claro la debilidad de la letra de la ley que deja desnuda la libertad propiciando el libertinaje. No se puede decir lo que venga en ganas y mis derechos, muy respetables, tiene su límite donde empiezan los derechos del otro.
Supongo que Jesús limitaría todas esas cosas que muchos hoy discuten y quieren liberar. No se puede cantar lo que te venga en ganas, ni insultar las actuaciones del otro, porque él también tiene sus derechos. Ni decir lo que te parezca y creas por Internet. La libertad no es para hacer daño, ni para extralimitar tus actos o palabras. Todos tenemos derecho al respeto y al honor.
Por lo tanto, la letra de la ley se ve impotente para recoger el espíritu de la verdad y la justicia. No se trata de simplemente de no matar, porque que también, tus palabras, pueden matar. Y, a pesar de que eso está escrito dentro de nuestros corazones, que nos descubre que lo que no me gustaría que me dijeran a mí, debo yo también respetar con respecto al otro, lo dice muy claramente Jesús en el Evangelio de hoy: «Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos». Habéis oído que se dijo a los antepasados: ‘No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal’. Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano "imbécil", será reo ante el Sanedrín; y el que le llame "renegado", será reo de la gehenna de fuego.
Sería muy oportuno, sobre todo a los que se erigen demócratas en aras de la libertad, presentarles estas palabras del Señor e invitarle con sosiego, paz y mansedumbre a reflexionar y aplicarlas a la vida de cada día. Supongo que el diálogo, encrespado, rabioso, insultante e irrespetuoso se establecería de otra forma.Evang
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