Mc 6,1-6 |
Sí, nadie es profeta en su tierra y eso lo experimentamos todos aquellos que hacemos algo que, si bien son reconocido lejos de sus círculos y ambientes, en el suyo propio es ignorado.
Jesús se extraña que en su propio pueblo se le ignore y hasta se escandalicen de su sabiduría y poder de hacer milagros. Conocen quien es y se preguntan de dónde le viene esa autoridad con la que habla y esas cosas que hace. No arranca la fe en sus propios paisanos y extrañando deja de actuar y proclamar en su tierra porque no tiene fe. Nadie es profeta en su tierra, termina Jesús por decir. Y hasta hoy llega esa frase que tanta resonancia ha tomado, porque es verdad. Donde te conocen no te valoran ni te creen.
Lo vivo yo personalmente y doy crédito de ello. Y lo viven todos los que de alguna manera y por alguna causa han experimentado esa vivencia de forma personal. Cuesta reconocer las cualidades y las buenas obras del paisano. Sobre todo si se tiene trascendencia hacia afuera. Necesitan cosas extraordinarias, fuera de lo normal para reconocer tus dones o cualidades. Ser de su pueblo, de su raza, de sus conocidos les parece muy normal para recibir lecciones de Jesús. Es el hijo del carpintero y el hermano de Santiago, José, Judas y Simón y no nos va a enseñar nada.
Algo así sucede en todas partes. Nos cuesta aceptar la verdad cuando la dice alguien al que consideramos inferior o igual a nosotros. Y es que buscar la verdad y reconocerla es lo que importa ,venga de donde venga.
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