A lo largo de
nuestra vida tenemos la oportunidad de responder a muchas preguntas que se nos
presenta en nuestro vivir de cada día. Es posible también que no las adviertas
ni lleguen a inquietarte. En ese caso tu vida pasará de forma superficial sin
quizás preguntarte quién eres y de dónde has venido. Incluso no llegues a darte
cuenta de nada y vivir de manera superficial, ajena a todo y como un ser
viviente más de este planeta llamado tierra que, eso sí, busca sus propias
satisfacciones y felicidad.
Pero, lo lógico y característico
de la persona humana es advertir los interrogantes que viven y palpitan dentro
de ti. Hacerle frente tiene mucho sentido porque detrás de ello se encuentra lo
que precisamente buscas, quizás sin haberlo advertido. Es notorio y destacado
que el hombre busca ser feliz. Pero una felicidad plena que le dure y que sea
eterna. Pero se da cuenta que eso no es posible hasta el momento que Alguien le
plantea esa posibilidad.
Y ahí vienen las
preguntas: ¿Quién es ese que habla con esa autoridad y promete tan inalcanzable
objetivo? ¿De dónde viene y qué credenciales le acreditan a Anunciar esa Buena
Noticia? El Evangelio de hoy nos habla de eso, de como los sumos sacerdotes y
ancianos del pueblo, en tiempo de Jesús, se le acercaron para preguntarle. Si
quieres puedes leerlo en Mt 21,23-27. Pero lo importante es reflexionar sobre
si tú, también yo, tenemos respuesta a eso que responde Jesús a los que le
preguntan.
La cuestión es preguntarme si realmente creo en ese Mesías que anuncia Juan y del que está escrito: «Yo envío a mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino ante ti». Crees o no crees. No hay más asunto. Si crees, ¿cómo es que no vives de acuerdo con tu compromiso de bautismo? Y si no crees, tu respuesta será como la de aquellos sumos sacerdotes y ancianos. En consecuencia actuarás como ellos. Así de sencillo y de profundo, porque esa felicidad que buscas no la encontrarás fuera de Jesús. Él es el único Camino, Verdad y Vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.