Posiblemente no
podamos evitarlo. Buena señal para reconocernos pobres y pecadores. Y, digo que
no podemos evitar esas ansias de subir, de trepar a lo más altos honores,
títulos y tratamientos porque nuestra naturaleza humana, contaminada por el
pecado, busca esos reconocimientos.
Por supuesto, esas
ansías de ser más y más. Sobre todo, más que el otro, nos corroe y nos conduce
al pecado. Tenemos deseos de exclusividad, y descartamos a otros que se quieren
añadir a nosotros si no es según nuestra manera y forma de pensar.
Hoy Jesús, en el Evangelio,
nos saca de nuestro error y forma de ver las cosas. No se trata de ser el más
importante, sino el más humilde, pequeño y servidor. Sus Palabras nos ponen en
el lugar que debemos estar: «El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me
recibe; y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado; pues el más
pequeño de entre vosotros, ése es mayor».
¿En qué lugar me
sitúo yo, en el de los grandes o pequeños, en el de los servidos o servidores?
Tú decides.
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