El Evangelio de
hoy nos habla del sentido común. ¿Acaso puedes negar que no sabes distinguir
sobre lo que está bien o mal? Te atreves, y así sucede, discernir y suponer que
va a llover cuando ves que el día está nublado o hará calor cuando los vientos
soplan del sur, tal y como nos dice Jesús hoy en el Evangelio, ¿y miras para
otro lado cuando se trata de discernir que está bien o mal?
Es de sentido
común pensar, reflexionar y ver que está sucediendo en nuestro interior.
Analizamos lo que sentimos y, por experiencia y sabiduría de nuestros mayores
vamos aprendiendo a distinguir lo que está bien o no. Dentro de nosotros se va
edificando un código de conducta que nos facilita ver lo que está bien o no tan
bien. Sin embargo, en muchos momentos de nuestra vida cerramos los ojos de
nuestro corazón para ver bien lo que está mal.
Hacemos que lo
normal sean actos injustos y por mucho que queramos la verdad siempre será
verdad y la mentira siempre será mala. Ejemplos hay muchos, más ahora en la
época que vivimos. ¿Es un derecho el aborto? Una mentira e injustica – asesinato
– que se quiere ver como derecho y verdad. Podríamos seguir enumerando muchas
más cosas pero creo que con solo un ejemplo vale para darnos cuenta de lo que
queremos decir.
Cada cual sabe por
donde camina y cual es el veredicto de sus actos. Otra cosa es que nos
reconozcamos débiles, pecadores y propensos al error o a la caída y
desfallecimiento. La Misericordia de nuestro Padre es Infinita, y nos la da
gratuitamente. Por nuestra parte solo tenemos que esforzarnos, asistidos
también por su Gracia, creer en su Palabra y dejarnos asesorar por el Espíritu
Santo, que para eso ha venido en la hora de nuestro bautizo. Todo lo demás se
irá añadiendo por la Gracia de nuestro Padre Dios.
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