sábado, 25 de enero de 2025

EL QUE CREA Y SEA BAUTIZADO, SE SALVARÁ; EL QUE NO CREA, SE CONDENARÁ

Así de claro lo dijo el Señor. No hay interpretaciones que valgan; está muy claro. De ahí la gran importancia del bautismo, porque es evidente, «quien se bautice, cree». Y para que llegue la hora del bautismo se hace necesario proclamar el Evangelio. 

Ahora, nosotros nos preguntarnos: ¿Por qué estamos bautizados? Evidentemente porque nuestros padres recibieron la Palabra de Dios y se bautizaron. Es decir, gracias a que esa Iglesia, constituida por los doce elegidos – apóstoles – que nuestro Señor Jesús fundó, cumplieron con la misión encomendada y proclamaron la Buena Nueva.

De la misma manera, nosotros, los depositarios de esa Buena Noticia, debemos hacer lo mismo. Cada cual como pueda y de la forma que pueda: con su vida y su palabra; con su testimonio de amor y misericordia; con su ejemplo y servicio en favor del bien común y, sobre todo, de los más necesitados. 

Ahora, los resultados ya no dependerán de nosotros. Cada cual tendrá su responsabilidad y su decisión dependerá de él. Al final, tú tienes la palabra. De alguna manera, tu Padre Dios ha dejado tu salvación en tus manos, pues de ti dependerá tu aceptación; tu confianza en Él y tu elección. Lo ha dejado muy claro, repito de nuevo: «Quien crea se salvará, más quien no crea, se condenará».

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