La Ley deja de ser
ley cuando es contraria al bien del hombre. No se puede dejar morir a un hombre
porque la Ley lo exija. Siempre el bien del hombre estará antes que la Ley. No
se trata, pues, de someter al ser humano a la Ley, sino de buscar siempre su
bien en la verdad y la justicia. De modo que hay excepciones donde la Ley debe
estar pospuesta al bien del hombre.
Es de sentido común que el sábado – la ley del sábado – se hizo para el bien del hombre, y no al revés, es decir, el hombre para el sábado. Todo se fundamenta en la misericordia y compasión, no en el mero cumplimiento. Y es eso, precisamente, lo que nos salva, la Infinita Misericordia de Dios. Si dependiéramos de la Ley nuestra salvación sería imposible. Estaríamos ya todos condenados. De modo que busquemos siempre el bien del hombre, incluso antes que la ley, pues ella está para salvaguardar al hombre.
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