Sin
embargo, en el camino hay muchos peligros y nuestra naturaleza es débil y
frágil. Está expuesta a fracasos, desfallecimientos, desilusiones y
depresiones. Hay rupturas y momentos de orfandad donde los hijos, y también los
padres se ven huérfanos y necesitados de orientación y de luz que alumbre ese
camino que recorren en sus vidas. Se hace necesario, tanto a padres como a
hijos, levantar la mirada y buscar la Luz que viene de lo alto, para encontrar
el camino recto, gozoso y eterno que todos buscamos. Un camino de paz, de
verdad y de amor.
En
el Evangelio de hoy, Jesús vuelve a hablarnos claramente y a prometernos el
envío del Paráclito – Espíritu Santo – que, ya recibido en nuestro bautizo, nos
irá dando la luz necesaria para ir entendiendo y recordando todo lo que hemos
recibido desde la Palabra de Dios. Una Palabra que, guardándola, nos dará la Luz
que necesitamos para caminar en el Amor Misericordioso del Señor.
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