No merecemos
seguir a Jesús porque nunca nuestras obras tendrán mérito propio para
justificar y merecer nuestro seguimiento. Si le podemos seguir es porque Él así
lo decide y así lo quiere. Esa es su Voluntad, y para eso ha venido a este
mundo, para enseñarnos el Camino, la Verdad y la Vida.
Y no viene a
salvar a aquellos que, por ellos mismos, se consideran salvados. Esos no
necesitaran ser salvados, su propia suficiencia los condena. Viene a salvar a
los que se consideran pecadores y necesitados de perdón. Y, en consecuencia, buscan
ser perdonados. Es de sentido común, no necesitan médico los sanos, sino los
enfermos.
La cuestión está
por tanto en mirarnos a nosotros mismos y ver que pensamos de nosotros. ¿Nos
consideramos enfermos o sanos? ¿Necesitamos quien nos sane y perdone nuestros
pecados, o, por el contrario no necesitamos nada de eso? Porque, según una u
otra opción, aceptaremos ser perdonados o no. Y eso determinará seguir a Jesús
o rechazarle. Depende de cada uno. Somos libres, y por lo tanto, responsables
para decidir.
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