(Jn 5,1-3.5-16) |
Hay momentos complicados y comprometidos. Te invade la soberbia y pierdes el control de ti mismo. Se hace la oscuridad y te experimentas incapaz de dominarte y de ser dueños de tus actos. Te pones en manos del demonio y te sientes vencido e impotente. Se hace necesario tener paciencia y permanecer postrado como el paralítico de Betsaida a pesar de que pase el tiempo y no ocurra nada.
Mil años en tu presencia son un ayer, que pasó; una vela nocturna. Para el Señor no cuenta el tiempo y Él actúa cuando llega el momento y la hora. Aquel paralítico, después de treinta y ocho años, fue curado por el Señor, y también lo seremos nosotros cuando Él disponga. Hay momentos de oscuridad y de impaciencia que nos hacen pensar que Tú te vas Señor y que no hay tiempo para verte y suplicarte curación. Todos corren detrás de Ti y se pierde el orden y se alborota la gente.
Dame la paciencia y la capacidad de saber esperar como el paralítico y de no perder la esperanza en Ti, Señor. Tú, Señor, siempre estás pendiente de mí y sabes de mis necesidades, de mis impaciencias y temores; de mis inquietudes, de mis pecados, de mi soberbia y suficiencia. Límpiame de todos mis dudas, de mis prejuicios, de mi pobre conciencia escrupulosa o laxa...
Perdóname Señor y báñame de humildad y de tu Gracia porque soy un pecador.
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