lunes, 25 de abril de 2016

TODO ES CUESTIÓN DE CREER Y OBEDECER

(Mc 16,15-20)


Se supone que quien cree, obedece. Porque la obediencia viene acompañada de la fe y el convencimiento en aquel que te envía y te manda. Y nosotros somos enviados por el Señor, en el que está depositada toda nuestra fe y nuestra confianza: En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará.

Cuando nuestra fe tiene dudas y desconfianzas, y se mueve obligada por compromisos y respetos humanos, no da resultados ni entra en los corazones de quienes la escuchan. No hablamos por nuestra cuenta, porque es el Espíritu de Dios quien nos inspira y pone las palabras en nuestros labios y hace las maravillas que Jesús nos predice al enviarnos: Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien». 

Y tenemos y debemos estar convencido de eso que nos dice el Señor, porque si sale de su boca es verdad, y todo lo que Él proclama tiene cumplimiento. En Él se ha cumplido todo lo que se ha profetizado. Tiene crédito porque su Palabra siempre se ha cumplido. 

Y no es que debemos, sino que nuestra obligación, porque hemos sido enviados por el Señor, es la de proclamar su Palabra en su Nombre y confiados en su Poder. Ahora, lo hacemos con gozo y en libertad, porque proclamar la verdad es la alegría y el gozo mayor que podamos tener. Porque no se trata de vender ni comunicar algo importante simplemente, sino porque en eso nos va la Vida Eterna y no hay Tesoro mayor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.