viernes, 17 de febrero de 2017

LA PREGUNTA ES: ¿QUÉ BUSCAS EN LA VIDA?

(Mc 8,34-9,1)
Posiblemente, antes de plantearte la pregunta, te conviene mirar dentro de ti y preguntarte que posibilidades ves de conseguir eso que, dentro de ti, palpita y te impulsa. Primero tendrás que descubrirlo, localizarlo, y señalarlo. De otra forma, puede estar dormido y seguir durmiendo mucho tiempo. 

¿Descubrir qué?, pues que dentro de ti gravita un impulso de eternidad. Dicho de otra forma, anhelas la vida y te gustaría perpetuarte. ¿Es así? Pues, descubierto ese anhelo, sembrado en el corazón de cada hombre, podemos hacernos esa pregunta. ¿Es posible esa perpetuidad? Y a partir de ese planteamiento puedes empezar a dar respuesta a la pregunta planteada más arriba: ¿Qué buscas en la vida?

Indudablemente que en el mundo en que vives no la encontrarás. Sí, te hablaran de felicidad, de diversiones, de pasarlo bien, pero simplemente, en el mejor de los casos, un rato, un tiempo contado y limitado. Pero, sí hay una llamada como respuesta a esa tu pregunta. El Evangelio de hoy habla precisamente de eso: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará. Pues, ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida? Pues, ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida? Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles».

Está claro, a esto me refería al principio. Necesitas la fe, y hay razones para creer. Jesús ha pasado primero por la Cruz. En ella ha entregado su Vida para demostrarnos que la cosa va en serio y su verdadero amor. Ama quien está dispuesto a dar la vida por su amigo. Y Él la ha dado. Podemos decir muchas cosas a este Evangelio, pero creo que no hace falta. Quizás los mejor es reflexionar sobre ello, porque Jesús ha Resucitado. Ha vencido la muerte. Y ante eso toda duda queda despejada.

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