sábado, 29 de julio de 2023

«YO SOY LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA: EL QUE CREE EN MÍ, AUNQUE HAYA MUERTO, VIVIRÁ»

Eso es lo que nos jugamos cada instante de nuestra vida. ¿Es que no nos damos cuenta o no nos importa? ¿Por qué, al menos, no le prestamos atención y tratamos de conocer un poco a Quien nos ha prometido la Vida Eterna?  Esa es la única cuestión que importa en nuestra vida porque de ella depende nuestra felicidad eterna. Todo lo demás por muy importante que nos parezca ahora sabemos que quedará en nada. Luego, ¿qué nos ocurre que no nos damos cuenta?

Está claro, el problema es cuestión de fe. Si no crees lo importante para ti será aprovechar al máximo el tiempo de esta vida. Sin embargo, eso nos llevaría a pensar que ese creador de todo lo que vemos, porque, ¿alguien tuvo que crearlo?, ¿no?

Sería muy injusto esa creación con todos aquellos que todo el tiempo de sus vidas, o casi toda, la pasan sufriendo y en la más absoluta pobreza. Y sabemos que hay muchas personas en esa situación. La vida sería una suerte y del más fuerte que sometería a los demás para satisfacerse el mismo. Precisamente es lo que estamos viendo en muchos lugares de este mundo.

Lo sensato, lógico y de sentido común es esperar a un Creador justo, bueno y que premie a los que creen en Él y se esfuerzan en vivir en su Voluntad. Lo lógico es pensar que quienes hayan recibido menos y lo pasen mal tengan luego la recompensa de pasarlo bien eternamente. En la parábola del rico epulón – Lc 16, 19-31 – Jesús nos lo deja bien claro. De no ser así este mundo sería una lotería y una injusticia.

Y no parece eso lo que nos dice nuestra simple razón. Pensamos y deseamos que quienes la hacen la paguen. Y esperamos que de eso se encargue nuestro Padre Dios que sabe mucho más que nosotros. Además es Infinitamente Misericordioso y sabrá perdonar nuestras imperfecciones y pecados. Solo nos pide nuestra fe y confianza en Él y, por supuesto, propósito de enmienda y arrepentimiento.

Lázaro, su querido amigo, junto a sus hermanas Marta y María son la respuesta que nosotros necesitamos imitar. Creer en el Señor, fiarnos de Él y esperar firmemente que en Él alcanzaremos la Resurrección a la Vida Eterna en plenitud de gozo y felicidad.

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