Evangelio según San Lucas 9,1-6. Jesús convocó a los Doce y les dio
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Porque se nos va la vida sin darnos cuenta quienes somos ni a dónde vamos. No podemos ni sabemos estar unos minutos a sola con nosotros mismos. Las cosas que la vida nos ofrece no nos dejan estar solos. Y estar solo no es, no tener a nadie a mi lado, sino despojarnos de tantas ofertas y tecnicismos que nos impiden pensar y descubrir quienes somos.
Necesitamos pararnos, relajarnos y despegarnos de todo lo que nos impide parar, pensar y encontrar paz. Parar, pensar y paz, tres palabras que empiezan por la p y que necesitamos proclamar. Jesús envía a sus discípulos precisamente a eso, proclamar la paz, el pararnos y serenos inundarnos de tranquilidad. Porque sólo en la serenidad podemos encontrarnos y descubrirnos.
Pero también necesitamos ser sanados, sanados de todas aquellas apetencias que nos esclavizan y nos introducen en una voraz y vertiginosa carrera hacia el consumo, hacia la curiosidad de experimentar nuevas sensaciones, nuevas experiencias de felicidad que prometen llenarnos, satisfacernos pero que nunca llegan a dejarnos pleno. Y eso hace que volvamos a la carrera, al desasosiego, a la locura.
Dejemosno sanar en paz y tranquilidad. Escuchemos la Palabra dejándola serenamente asentarse en nuestro corazón, sin prisas, sin agobios, sin compromisos. Dejemosno invadir por la Misericordia de Dios y llenos de su Espíritu vivamos en paz su amor. Amén.
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