Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 8, 4-15
|
Y es que hay muchos peligros a los que nos exponemos y sucumbimos. Las preocupaciones por las cosas de este mundo porque en él hemos puesto nuestro objetivo. Queremos ser felices en este mundo y para ello dejamos la siembra de la Palabra porque nos impide alcanzar ese objetivo de felicidad.
Las riquezas, las comodidades, el poder y los placeres nos dibujan un mundo de felicidad, pero un mundo caduco que no promete permanencia sino que desaparece tal y como ha venido. Una felicidad que no llena plenamente sino que deja vacío, insatisfacción y perdición.
Sin embargo, la buena cosecha, la que muere y da vida en tierra buena, permanece y da frutos de gozo y felicidad. Esa tierra que acoge y mima a la semilla en ella sembrada es tierra agradecida, bendecida y de buenos frutos. Y es tierra eterna que satisface plenamente. Amén.
P.D. Hace ya algún tiempo, en los comienzos como bloguero, hice esta reflexión de la parábola del sembrador. La enlazo en esta para aquellos que les apetezca leerla: ver aquí
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.