Comentario al evangelio de Lucas 12, 49-53. |
y desesperamos cuando los resultados no son rápidos o no los vemos producirse. Jesús también experimentó ese sentimiento y deseaba ver arder el mundo en virtud y caridad. No le gustaba tener que esperar y pasar por la cruz. En el huerto de Getsemaní lo evidenció, pero aceptó la Voluntad del Padre.
Igual experimentamos nosotros. No entendemos la paciencia ilimitada del Padre y desesperamos cuando las cosas no suceden como nosotros esperamos. Queremos encontrar explicaciones para todo y que las filtre nuestra razón. Y cuando eso no sucede nos incordiamos y nos cerramos en nuestras ideas y planes.
Es entonces cuando nuestros corazones quedan en penumbra, no parecen arder con llama viva, y amenazan apagarse. Es la hora de avivarla y de prenderle fuego, y a eso ha venido Jesús. Por eso necesitamos de su Fuerza y de su Gracia.
Danos, Señor, la fuerza de tu Espíritu para que injertados en Él seamos capaces de mantener la llama del amor ardiente en nuestro corazón, y aspirar a lo máximo, es decir, a la santidad a la que hemos sido llamados en Ti. Amén.
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