Jn 14,7-14 |
No sabemos nada del Padre. Le conocemos sólo por el nombre, pero no sabemos nada más. Sin embargo, Jesús nos dice hoy que quien le conoce y le ve ha visto también al Padre. Lo expresa claramente en respuesta a la pregunta que le hace Felipe.
Es verdad que tú y yo podemos alegar y justificarnos que no hemos visto a Jesús, y menos al Padre, pues pertenecemos a otra época, pero, también es verdad que nos ha dejado su Palabra y el testimonio su Iglesia apoyada en el testimonio de sus apóstoles, que sí le conocieron y recibieron directamente de Él sus enseñanzas. A nosotros, que somos unos privilegiados, sólo nos resta creer y confiarnos a su Palabra. Precisamente, hoy nos dice que Él está en el Padre y el Padre está en Él.
Y digo que somos unos privilegiados porque, a los apóstoles les costó mucho entenderle y, por eso, necesitaron ser asistidos e iluminados por el Espíritu, y ver a Jesús Resucitado. Pero, nosotros hoy tenemos las enseñanzas de la Iglesia fundadas y apoyadas en el testimonio del colegio apostólico. Es verdad que también tenemos dificultades, pero hay muchas razones que nos ayudan a comprender en la medida de nuestra naturaleza la presencia del Señor en nuestra vida. Porque, lo experimentamos dentro de nosotros.
Él y el Padre son uno. El Padre, que permanece en Él es quien actúa y hace las obras. Obras que tampoco nosotros hemos visto, pero sí oídas y que nos han sido transmitidas por los apóstoles y la Iglesia en nuestro tiempo. Sí, a nosotros nos toca creerle, porque su Palabra sigue viva y cada día nos habla y se nos revela en la Palabra del Evangelio.
Tenemos el mismo Espíritu que Él recibió en el Jordán para ir entendiendo todo lo que nos ha dicho Jesús a través del testimonio de los apóstoles y de la Escrituras. También nos fortalece y nos asiste, y nos abre la mente para que podamos verle en lo más profundo de nuestro corazón. Posiblemente, nuestra fe, al menos la mía, sea muy pequeña y no damos la talla, porque es el mismo quien nos dice que podemos hacer las mismas obras que Él y aun mayores. Tenemos el mismo Espíritu, recibido por nosotros en nuestro bautismo, sólo nos falta la fe.
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