Mt 6,1-6.16-18 |
No tienes por qué preocuparte, Dios lo ve todo y está en todas partes, incluso a donde nadie puede llegar ni verte. Por eso, actúa siempre como si tus obras fuesen vistas por muchos, porque, tu público es Dios. Él siempre está en ti, se esconde en ti y presencia todos los actos de tu vida, incluso hasta cuando duermes. ¿No es hermoso descubrir que Dios, tu Padre Bueno, está siempre en tu presencia y mirando tu actuar en cada instante?
Y así, tu actuar debe ser siempre realizado con la mejor intención sin buscar halagos, ni lucimientos ni méritos ante los otros, sino, humildemente, consciente de la presencia de Dios y oculto ante su mirada. ¿Dónde y cuándo nos da Jesús testimonio y ejemplo de su actuar escondido en su Padre Dios? ¿Acaso olvidas sus aproximadamente treinta años de su vida oculta en Nazaret? Esos años en los que Jesús vive de manera oculta, desapercibido y sin llamar la atención de nadie. Esos años en los que sabe que su Padre del Cielo está mirándole y acompañándole.
También nosotros debemos ser conscientes de esa presencia de Dios en nuestra vida. Nuestro actuar siempre es mirado por nuestro Padre Dios, y, consciente de ello, debemos actuar como si en público se tratara, porque, Dios es nuestro público. Por ello, no debemos preocuparnos de que nuestros buenos actos sean conocidos o no por el público en general o por los que nos rodean. Sólo Dios nos basta y Él lo ve todo hasta, incluso haciendo lo que no queremos, leer en lo más profundo de nuestro corazón.
Por eso, busquemos siempre el actuar como si delante del gran público estuviésemos, porque, lo único y verdaderamente importante es saber que estamos en la presencia de nuestro Padre Dios y, Él, que nos ve y nos mira, sabrá la verdadera intención de nuestro corazón. Y, nadie como Él, sabrá valorar todas nuestras obras por muy pequeñas e insignificantes que sean. Porque sabe, mejor que nadie, la verdadera medida de amor con las que las hacemos.
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