sábado, 10 de agosto de 2024

EL GOZO SE ESCONDE EN EL DAR Y DARSE

No decimos ningún disparate cuando afirmamos que en el dar y darse se esconde ese gozo y felicidad que tanto buscamos. Y lo afirmamos con rotundidad porque lo vemos hecho realidad en los hechos de cada día que la misma vida nos presenta.

Se sufre, se hacen sacrificios, se hacen privaciones de todo tipo para que la madre – embarazada – tenga a su hijo. Y cuando – nacido el hijo – empieza su crianza, la madre primeriza empieza a experimentar como su vida se va desgajando y entregándose a ese hijo, que le exige sacrificio y privaciones. Sin embargo, la madre lo hace sin rechistar, sin arrepentirse de haber traído ese hijo al mundo. Y lo hace con gozo y alegría.

Lo mismo sucede con el padre que se desvela por aquel hijo en su inmadurez adolescente, aceptando todos los sacrificios y sufrimiento que eso supone. O la familia que se apiña entorno al miembro más débil adaptándose a sus necesidades a costa de las del resto.

Ahora, pregunto: ¿No hay en todo eso pérdida de tu propia vida, de salud, de sacrificio, de tu propio tiempo y del estilo de vida que a ti te gusta llevar? ¡Claro, te vas dando y despojando de tu propia vida para darte y entregarte por amor! Aparentemente pierdes, pero realmente ganas. Mira, piensa y medita lo que dice Jesús al final de este Evangelio de hoy: «El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva el Padre lo honrará».

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