Vivimos con cierta
indiferencia a nuestro destino. Imbuidos en el consumo de un mundo que nos seduce
con sus ofertas, desde siempre no hemos rebelado contra nuestro propio origen y
destino. ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? ¿Dónde esta nuestra felicidad?
Porque, una cosa es clara, buscamos la felicidad.
La realidad,
nuestra propia realidad, es que hemos sido creados y provisto de todo lo
necesario, y capacitados de libertad y talentos para, con nuestro esfuerzo,
construir el mundo en el que vivimos y alcanzar la felicidad que buscamos.
Porque, hemos sido creados para ser felices eternamente. Sin embargo, no
despertamos a ese bien del que dependemos y del que hemos recibido todo lo que
somos y tenemos. Y nos negamos a devolverle los frutos que espera de nosotros.
Podemos decir que
de alguna manera nos negamos a ser felices. Precisamente para lo que hemos sido
creados. Y, el Creador, ha enviado a Profetas una y otra vez y los hemos
matado. Por último nos ha enviado a su Hijo predilecto, y hemos hecho lo mismo,
le hemos matado. Y erre que erre seguimos haciéndolo cada día de nuestra vida.
¿Hasta cuándo vamos a resistirnos a la escucha de la Palabra de nuestro Creador?
Mientras, nuestro
Padre Dios, nos sigue amando y perdonando. Y nos espera con Infinita
Misericordia a que nos demos cuenta de todo su Infinito Amor y le devolvamos esos
frutos de gloria y alabanza por todo lo que somos y nos ha dado gratuitamente
sin merecerlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.