Al regreso de la Eucaristía, hoy viernes, tuve el sentimiento de experimentar, gozosamente, la cercanía y la vivencia de considerar y considerarme hermano de todos los hombres. Y esto surgió, porque desde siempre, hasta hoy, la palabra hermano me sentaba mal y me dolía el votarla y soltarla desde mis adentros hacia afuera. No por su contenido, ni por su significado, sino porque la dificultad de su compromiso, me exigía mucho, me obligaba a desapegarme y a morir a mí mismo. Ante tan elevada misión y desprendimiento, mis apetencias, apegos y egoísmos se resistían a pronunciarla, porque temían y temen no cumplirla.
¿Por qué la escribo en este blog, siendo consecuencia de una vivencia experimentada y sentida? Parece más apropiada para derramarlo en vivencias e inquietudes, más, me parece, sin dejar de tener su contenido vivencial, que corresponde al apartado de los criterios, que debemos de esclarecer para, entendiéndolos, sentirnos agarrados y profundamente hermanos.
Ahora, el DIOS PADRE, lejano y escondido entre nubes, brisas y fuego, nacía, pobre y humilde, entre nosotros los hombres. Y ya lo lejano se acercaba; lo invisible, se veía; lo escondido y etéreo, se tocaba y hablaba de tú a tú. DIOS PADRE entre nosotros. Y JESÚS, el HIJO, vino, no a hacer su propio plan, su propio proyecto, sino a dar cumplimiento al Amor del PADRE y a enseñarnos el camino de hacerlo nosotros también.
¿Por qué la escribo en este blog, siendo consecuencia de una vivencia experimentada y sentida? Parece más apropiada para derramarlo en vivencias e inquietudes, más, me parece, sin dejar de tener su contenido vivencial, que corresponde al apartado de los criterios, que debemos de esclarecer para, entendiéndolos, sentirnos agarrados y profundamente hermanos.
También, es parte de la preparación y meditaciones con las que preparo mis "rollos" y vivencias desde la proclamación kerigmática de la Palabra a través del método del Cursillo. DIOS es nuestro PADRE, pero un PADRE lejano que sólo se manifestó en los Personajes por ÉL elegidos y por los profetas. Desde el principio su plan estaba pensado, y así lo realizó, desde Abrahan hasta la llegada de JESÚS. Era un DIOS lejano, invisible, manifestado en signos o en una voz. Un DIOS que nos hablaba a través de sus personajes elegidos y sus profetas. Un DIOS que podía generar dudas y desconfianza.
Un DIOS representado en personas que no tenían la autoridad y el crédito para creer ciegamente en ellos. Un DIOS que hablaba, pero no se sentía cercano. Por eso, en su éxtasis de locura de Amor, DIOS pensó que llegado el momento, todo iba a converger en su HIJO, y para ÉL todo había sido creado y pensado. Y, cuando llegó la hora, cuando el PADRE lo creyó oportuno, su Torrente de Amor Infinito generó la Persona del HIJO, que tomando la Naturaleza Humana, se hizo hombre y acampó entre nosotros.
Ahora, el DIOS PADRE, lejano y escondido entre nubes, brisas y fuego, nacía, pobre y humilde, entre nosotros los hombres. Y ya lo lejano se acercaba; lo invisible, se veía; lo escondido y etéreo, se tocaba y hablaba de tú a tú. DIOS PADRE entre nosotros. Y JESÚS, el HIJO, vino, no a hacer su propio plan, su propio proyecto, sino a dar cumplimiento al Amor del PADRE y a enseñarnos el camino de hacerlo nosotros también.
JESÚS, no hace lo que quiere, sino obedece la Voluntad del PADRE, y como HIJO, nos hace hijos a nosotros también, nos hace coherederos de su gloria, cumpliendo la Voluntad del PADRE, y enseñándonos el camino que, ÉL mismo, recorre primero: la Cruz.
Y ahí está la clave y el misterio. Nacemos en familia, y experimentamos que tenemos la misma sangre y el mismo padre, y ese sentimiento nos une y nos hace hermanos naturales, que nos lleva a querernos, unirnos fraternamente y hasta dar la vida unos por otros. Ese sentimiento de padre, hijos y hermanos nos compromete y enlaza a unos con otros.
Y JESÚS nos viene a decir que, no sólo somos hermanos naturales, sino que en su PADRE somos todos hermanos, pues nacemos del agua y del ESPÍRITU y en ÉL estamos todos contenidos y unidos. Por eso, para JESÚS todo tiene sentido, y su Vida está entregada, en el PADRE, por cada uno de nosotros; por eso, JESÚS, con toda naturalidad y sentimiento, da la vida por cada uno de sus hermanos y se entrega hasta ese extremo, porque ha experimentado, naciendo de María, la cercanía de sentirse hermano de todos los hombres.
Desde ahí, desde ese sentimiento que nos dignifica y nos une; desde ese sentimiento que nos descubre nuestro mismo origen y nos hermana, sólo se puede entender que todos los hombres estamos llamados a ser hermanos, a sentirnos cerca, a ayudarnos, a comprometernos y a respetarnos. Tantos los que desfavorecidos nada tienen, como los privilegiados tienen todo. Unos y otros deben compartir y repartir desde la honradez, sinceridad y el respeto.
Pero siendo siempre libres, porque la Verdad, nuestro PADRE ABSOLUTO, nos hace libre. Y libre no es sino buscar el bien común, el bien del otro, todo lo contrario de lo que creemos entender, cuando pensamos que libertad es hacer lo que quiero y me gusta. Cuando entendemos que es lo contrario, entendemos que lo más natural es ser hermano, aunque, por desgracia, no sea lo corriente.
Somos muy dados a echar la culpa a Dios de lo que nos pasa o a actuar achacando que hacemos Su Voluntad. Se nos olvida que Dios creo seres humanos libres y que de nuestros actos respondemos nosotros. Y esa libertad tiene que ir acompañada forzosamente por la responsabilidad de lo contrario es libertinaje.
ResponderEliminarSaludos. Hilda
Pienso que seguir a JESÚS consiste en ponernos en disponibilidad de escucharle y hacer su Voluntad, no la nuestra, que es lo que deseamos y queremos hacer, aunque no lo apercibamos. Eso fue lo que hizo María, su Madre; también, San José, su Padre adoptivo y muchos seguidores a lo largo de la historia.
ResponderEliminarUn abrazo y deseo que todo vaya volviendo a la normalidad.