(Mc 12,28b-34) |
Nada hay primero que Tú, Señor, porque Tú eres el Camino, la Verdad y la Vida. Estar en Ti y alabarte cada día es la primera exigencia libre y voluntaria que se desprende de tu Amor, Señor. No hay nada que supedite esta relación amorosa y de alabanza y adoración a Ti, Señor.
Porque tu adoración y alabanza nos pone también en contacto con los demás, pues en ellos estás Tú también Señor. Porque has venido a sanar y salvar a los más necesitados, a los más pobres y marginados. No podemos adorarte y darte alabanzas si olvidamos y marginamos a los desposeídos y excluidos, porque Tú quieres una alabanza de amor que se manifieste en la fraternidad de hermanos hijos de un mismo Padre.
Jesús nos revela esa verdad del Padre cuando nos dice: «El primero es: ‘Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único
Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu
alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas’. El segundo es: ‘Amarás
a tu prójimo como a ti mismo’. No existe otro mandamiento mayor que
éstos».
El segundo es el efecto del primero, porque no puedes amar a Dios si no amas a tu prójimo. Así la única forma de expresarle tu amor al Padre Dios es sirviendo por amor a tu prójimo. Amén
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