Todos sabemos, por experiencia, lo bueno que son nuestros padres. Es verdad que hay excepciones, pues somos humanos y, por eso, pecadores, y se cometen muchos errores. Pero, en sentido general los padres desprenden bondad para con sus hijos. Pues, si eso es así, ¿cómo nuestro Padre del Cielo, Bondad Infinita y que nos ha creado, nos va a dejar desamparados? No tendría sentido, por lo que deducimos que hemos sido creados para la eternidad.
Pero, eso no queda ahí, sino que Jesús nos lo ha revelado y nos lo ha demostrado con sus enseñanzas, su Muerte y Resurrección. Y para eso nos ha dado la oración del Padrenuestro, que en el Evangelio de ayer comentabamos y reflexiónabamos. Porque, necesitamos relacionarnos con el Padre, nuestro Padre, para pedirle por nuestras necesidades; para buscarle y conocerle mejor cada día en aras de hacer su Voluntad; porque, el que toca será respondido y se le abrirá la puerta.
Esa es la dinámica de nuestro camino. No podemos caminar por nuestra cuenta, ni formarnos un dios que sea producto de nuestros sentimientos, nuestra imaginación o nuestros deseos. Necesitamos encontrar al Dios que Jesús nos revela, nos descubre, nos enseña y nos muestra con su Palabra y con su Vida. Un Dios creador; un Dios Padre y un Dios que quiere compartir su Gloria con cada uno de nosotros para siempre.
Pero, un Dios que exige sus condiciones, porque es el que sabe, el que nos conoce y el que nos puede llevar a la plena felicidad que, perdidos en este mundo, no sabemos encontrar. Y mejor que condiciones podemos decir condición. Simplemente amar. Amar como Él nos enseña a amar en su Hijo Jesús. Un amor que sólo plantea una regla: no quieras para otro lo que no quieres para ti. Esa es la condición y la regla de oro.
Posiblemente estés de acuerdo conmigo que tratando de vivir esa regla el mundo daría un vuelco total y todo sería mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.
Tu comentario se hace importante y necesario.