Lc 8,19-21 |
Nos llama la atención oír como muchos
cristianos, sobre todo los que están integrados en comunidades específicas, se
llaman hermanos. Nos extraña y nos tienta la risa e incluso el ridículo. Nos
suena a falsa e hipocresía por un lado, pero, por otro, quizás sea una reacción
a que nos interpela en lo más profundo de nuestro ser y nos descubre nuestra
incoherencia respecto a nuestra fe y a esa hermosa oración que rezamos todos
los días, el Padrenuestro. Porque, si somos de los que rezamos el Padrenuestro,
¿no nos confesamos hijos de un mismo Padre y, por supuesto, hermanados por el
vínculos de la fe? La clave es creerlo. Por lo tanto, las dudas o rechazos nos
molestan cuando escuchamos con alegría confesarlo a otros.
Jesús, al ser avisado de que su Madre y
hermanos le buscaban, exclamó: «Mi madre y mis hermanos son aquellos
que oyen la Palabra de Dios y la cumplen». Todos sabemos que venimos a este mundo en familia y nacemos relacionados
donde hemos nacidos. Nadie nos ha pedido permiso ni ha contado con nosotros,
sino que nacemos en el lugar que nos ha tocado nacer. Ahora, en estos tiempos
modernos, algo ha cambiado y, al parecer, se pretende cambiar la ley natural.
Muchos son hijos del laboratorio y de los avances científicos que, sin ninguna
autoridad manipulan la vida y amenazan con destruirla.
Pero, dejamos este tema para otro momento
y nos introducimos en los vínculos humanos que nos hermanan por la sangre, pero
que no por ello establecen siempre una fraternidad desapegada de egoísmos y
apoyada en la disponibilidad generosa. De hecho, percibimos muchas familias
rotas y desestructuradas que incluso llegan a enfrentarse. Sin embargo, Jesús
aprovecha ese momento para establecer verdadero vínculo espiritual desde la fe.
Somos hermanos porque nos une la fe en un mismo Padre y, porque, su Amor, nos
relaciona amorosamente hasta el punto que es ese amor mutuo el que nos salva.
Es decir, se trata de
que si no llegamos a considerarnos hermanos en el mas sentido estricto de la
palabra no hemos entendido ni comprendido nada del Mensaje del Señor.
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