Lo
pasado permanece en el recuerdo o se desvanece en el tiempo. Ya ha sido y ahora
nada se puede hacer. Si, por el contrario se puede corregir la dirección o el
camino. Siempre es tiempo bueno para la conversión y el arrepentimiento. Se
hace necesario meditar, pensar en el camino que recorres cada día y dilucidar si
caminar con y en dirección injertado en la Palabra de Dios o a lo haces por tu
cuenta. Nunca olvides que, si le das permiso, pues eres libre, te acompaña el
Espíritu Santo. En Él puedes encontrar asesoramiento, dirección, asistencia y
protección.
Lo
fundamental es que tu lámpara – alma – esté siempre limpia y en el esfuerzo de propósito
de enmienda y en actitud de permanecer en Gracia de Dios. El Espíritu Santo que
te acompaña te ayudará a permanecer siempre en la Ley del Amor, un amor que sea
verdad, justicia y misericordia. Demos gracias a Dios y no perdamos nuestra
íntima relación con Él.
—Creo
—dijo Manuel— hay mucha gente que no se acuerda del Espíritu Santo. Sin embargo
se han bautizado y, desde ese momento, les asiste y auxilia, dándoles, por la
Gracia de Dios, la paz, sabiduría y fortaleza que necesitan.
—Supongo
—respondió Pedro— nos bautizamos sin estar lo suficientemente preparado y, lo
peor, sin fe.
—Creo
que algo de eso sucede. Y es una pena porque, abiertos a la acción del Espíritu
podemos superar muchas dificultades y sostener nuestra lámpara, a pesar de nuestros
fallos, siempre encendida.
La realidad es esa, los cristianos no nos damos cuenta de que contamos con el mejor de los asesores desde el instante de nuestro bautizo. De ahí su importancia. Saber dejarle actuar en nosotros es abrirnos a su acción, escucharle y ser dócil a sus impulsos.
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