No hay salvación
fuera de Cristo. Es precisamente la Cruz, donde Cristo es crucificado la que realmente
nos salva. No hay otro camino. No nos salvan las ideas, ni la buena voluntad ni
siquiera el deseo de ser bueno. Solo nos salva la Cruz, esa Cruz que es Dios
hecho carne.
De la misma manera
que la serpiente de bronce curaba, la única salvación nos viene de la Cruz donde Xto. Jesús, el
Hijo de Dios Vivo, fue crucificado. Es precisamente esa Cruz la que libra del veneno
y esclavitud del pecado y nos hace hombres libres. Nuestra fe, por tanto, debe
estar en la Cruz donde Jesús, el Hijo de Dios, entregó su Vida para salvación
de todos los que creen en Él.
Es evidente que la
verdad te hace sentirte liberado de la mentira. Supongo que lo has
experimentado en el Sacramento del perdón. Una vez confesado uno se siente
otro, se siente libre de ese veneno que te esclaviza y te contagia del mal. Esa
es mi experiencia y la experiencia de muchos. La verdad nos hace sentirnos
libres y hace emerger toda la basura que nos contamina y nos esclaviza.
Es momento de dirigir nuestra mirada hacia la Cruz. Sobre todos en estos momentos previos a la hora de la crucifixión del Señor que celebramos en la Semana Santa. Porque, no serán nuestras ideas, ni nuestra voluntad y buenos deseos los que nos darán la libertad de los hijos de Dios, sino los méritos contraídos por Jesús con su Pasión, muerte y Resurrección tras ser crucificado en la Cruz. Su Misericordia es Infinita hasta el punto de entregar su Vida para salvarnos a todos. ¡Creamos en Él!
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