Es ahí donde está
y se esconde el secreto, nuestra fe en Jesús. Vemos como tanto la hemorroisa
como la hija de Jairo son curados por la fe. Incluso, la hija de Jairo, muerta
es devuelta a la vida por la fe. Inmediatamente nos preguntamos, ¿creemos
nosotros hasta ese extremo de alcanzar que el Señor actué en nosotros
sanándonos o volviéndonos a la vida?
En mi caso
particular, ahora cada día más, después de veintiuno años, creo, aunque me
asalten las dudas, que el Señor me devolvió a la vida. Sufrí un infarto que me
dejó muerto unos quince o veinte minutos, y sin más, volví a la vida. Y en ese
tiempo mi vida estaba de espalda a Dios. Hoy, cada vez más, pienso que mi fe hizo
que el Señor actuara, porque previamente le había pedido que me sacara del atolladero
y círculo en el que estaba metido. A partir de ahí me vida tomó el rumbo, por
la Gracia de Dios, hacia la Casa del Padre.
Por eso, me es
mucho más fácil creer lo de la hemorroisa y lo de la hija de Jairo. Y, sobre
todo, en el Poder y la Misericordia Infinita de mi Padre Dios, que, a través
del Hijo, nos habla, nos anuncia su Infinito Amor y nos revela que quiere tenernos
a su lado toda la eternidad para la que nos ha creado.
Y lo es por los méritos contraídos por la Pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y por su Resurrección para Gloria de Dios Padre. Por eso, durante nuestro camino por este mundo, la fe, aunque aparentemente parezca nuestra vida dormida en la muerte, estamos llamados a la resurrección por los méritos del Hijo enviado, nuestro Señor Jesús, y el Amor Misericordioso e Infinito de nuestro Padre Dios.
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