Mt 13, 54-58 |
Eres libre, y como tal puedes aceptar o rechazar lo que te venga en ganas. Unas veces porque te resiste a admitir una cosa con tus propios razonamientos, y otras porque no quieres abrirte a la verdad aunque así lo entiendas. No serías libre si no pudieras actuar así.
Tampoco serías libre si el Señor hiciera lo suficiente para convencerte, pues con su poder nos puede convencer desde que quiera. Estaríamos sujetos a su Voluntad y nuestra libertad quedaría anulada. Para ser libre se necesita total autonomía de voluntad para rechazar o aceptar. Sin ninguna imposición. De no ser así no seríamos libres sino que procederíamos sometidos por el poder.
Jesús actúa, hace prodigios y enseña con autoridad. De forma que los que lo ven y oyen quedan admirados y se preguntan de dónde le viene esa sabiduría y poder. No entienden nada y se resisten a creerle Hijo de Dios. Buscan razones que les pueda explicar lo que ven porque su origen les traiciona. Ellos no esperan un Mesías conocido, pobre, humilde, de entre ellos mismos. Quizás esperan un Rey fuerte y poderoso.
Sus Palabras y obras no son aceptadas ni bien acogidas. Jesús se retira porque sus corazones han cerrado la puerta a la fe, y sin la fe es imposible recibir y acoger la Palabra de Dios.
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