No podemos conocer
a Jesús ni encontrarnos con Él en un instante, tampoco en unos días ni siquiera
durante vamos de camino con Él. Jesús es todo nuestro camino, toda nuestra
verdad y vida. Y eso quiere decir que durante todo nuestro camino iremos
conociéndole mejor, aprendiendo de Él la verdad de la vida, precisamente de
nuestra vida y de la vida en relación con los demás.
Jesús es la Roca
que nos sostiene y nos fortalece. Nos mantiene en pie y nos invita a caminar
apoyados en su presencia y su poder. Jesús es la Verdad que nos alumbra, que
nos pone en dirección correcta, sin error, en plenitud y llena plenamente todo
el sentido de nuestra vida. Y Jesús es la Vida que nos hace vibrar, que nos
llena de emociones, de gozo y alegría. Es la Vida viva que nos eterniza y nos
da plenitud de felicidad junto a Él.
Jesús es, por
tanto, Camino, Verdad y Vida, y solo en Él encontraremos verdadero sentido a
nuestra existencia, a nuestro ser y a nuestro deseo de felicidad. Orar, celebrar
e imitar a Jesús son las tres puertas – dice el Papa Francisco – que hay que
abrir para encontrar el camino, para ir hacia la verdad y la vida.
Caminar con Jesús es caminar también con el Padre. Porque, el Padre está en Jesús y Jesús está en el Padre. Conocer a Jesús es conocer al Padre, son sus mismas palabras las que nos lo dicen: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: ‘Muéstranos al Padre’? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí?».
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