miércoles, 9 de febrero de 2022

LO DE AFUERA Y LO DE DENTRO

 

La creación está al servicio del hombre. Es el hombre su administrador para el bien común. Todo está en función de todos, y todo debe ser utilizado para el bien del ser humano. De modo que, cuando se utiliza de forma egoísta y partidista, se está rompiendo con el fin para lo que todas las cosas fueron creadas. Ahora, nada de lo creado es impuro. Es el hombre quien lo transforma y lo hace impuro al filtrarlas por la intención de su corazón. Vive el pecado en el corazón del hombre y acecha su debilidad para tentarlo, seducirlo y hacerle caer en él. De esta manera corrompe su corazón y lo instala en la inmoralidad.

No está, por tanto, la impureza en lo exterior, menos en los alimentos, pues todo lo que viene de afuera y se aloja en el vientre, sale. Sin embargo, lo que se instala y se cuece en el interior – corazón – es lo que contamina cuando se aloja en la inmoralidad: pensamientos perversos, fornicación, robos, homicidios, adulterios…etc. Es la envidia la que desencadena el movimiento violento que llega hasta el extremo y que origina la venganza y enfrentamientos.

Indudablemente, el pecado vive dentro del hombre y, por y para eso, necesita sostenerse en la Gracia que le purifica, le limpia y le hace puro. Reconciliarse – Penitencia – y Eucaristía – comunión – son la fortaleza con la que podemos mantener a raya nuestra tendencia a la impureza e inmoralidad.

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