La vida está salpicadas de ambientes, pero no todos los ambientes convienen ni son buenos. Hay ambientes que arrastran a la dependencia, al sometimiento y a la perdición. En ese sentido debemos estar precavidos y atentos a los peligros que nuestro propio entorno nos puede traer. Igual que las amistades, las hay que tratan de engañarnos y hasta manipularnos para sus propios intereses.
Jesús nos lo advierte en el Evangelio de hoy, y ya nos lo dice en la oración que nos ha enseñado, el Padrenuestro cuando rogamos para que nos libre del mal. El mal que puede estar en tu propio ambiente o circunstancias. Es en ese sentido cuando hay que saber cortar y alejarse de esa circunstancia y ambiente que te hace daño, porque son ellas las que te pueden inducir a perderte y a caer en el vicio y el pecado.
No conviene dejarse llevar por las malas compañías ni instalarse en los malos ambientes. Hay que salir de ellos, aunque a primera vista te apetezca y desees quedarte. En ese sentido habla Jesús así: Y si tu mano te es ocasión de pecado, cortatela. Más vale que entres manco en la Vida que, con las dos manos, ir a la gehenna, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que, con los dos pies, ser arrojado a la gehenna. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna, donde su gusano no muere y el fuego no se apaga.
Por otro lado, ser generoso tiene siempre su recompensa y el Señor lo tiene presente: En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Todo aquel que os dé de beber un vaso de agua por el hecho de que sois de Cristo, os aseguro que no perderá su recompensa. Sus Palabras son certeras y claras, pero también fuertes y duras: Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar. Saca tus propias conclusiones.
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