En el silencio de este día que nace vengo a pedirte: paz, sabiduría y fortaleza.
La Paz que proviene de TI, mi SEÑOR. La Paz que es producto de no ser yo, sino TÚ que habitas en mí. La Paz de no buscarme, ni engreírme, ni auto valorarme, ni sentirme suficiente, ni meritorio, ni con una buena hoja de servicio, sino la Paz de saberme tu hijo.
Sabiduría para servirte y caminar por el camino que TÚ me indicas, sin reclamaciones, sin cobardías, sin titubeos, sin dudas, sin condiciones, sin medias tintas, sin tristezas, sin enfados, sin regañadientes, sólo porque TÚ, mi SEÑOR, me lo mandas y de TI me fío.
Fortaleza, porque dándome es como únicamente puedo sentirme creyente y seguro. Mi fe se fortalecerá en la medida que me vaya dando a los demás: en la familia; en el trabajo; entre los amigos; en el grupo; en la comunidad; entre los necesitados; entre los enemigos, porque si soy capaz de amar y perdonar es señal de que TÚ, mi SEÑOR, estás detrás de mí.
Quisiera, lleno de paz, sabiduría y fortaleza ver el mundo con los ojos llenos de amor: ser paciente, comprensivo, humilde, suave y bueno. Porque sólo de esa manera seré capaz de esperar, comprender, servir, tener serenidad y buscar la verdad.
Quisiera ver a los demás como los ves TÚ, mi SEÑOR, para poder así apreciar la bondad de cada uno, porque siendo tus hijos tendrán muchas cosas buenas ya que TÚ ,mi SEÑOR, nada malo puedes hacer.
Cierra mis oídos a toda murmuración; guarda mi lengua de toda maledicencia, que sólo permanezcan en mí los pensamientos que bendigan; que construyan; que unan; que edifiquen; que animen; que compartan.
Quiero ser tan bien intencionado y justo para que todos aquellos que se acerquen a mí sientan tu presencia. Como Juan, tu primo, que sólo te vean a TI y que yo mengüe y desaparezca. Quisiera ser instrumento útil y fructífero que irradie tu Luz y contagie por donde quiera que vaya.
Y que en todos los actos de mi vivir cotidiano, revestido de tu Bondad, sea capaz de reflejarte y de transparentar la mayor dignidad de sentirme hijo TUYO.
¡Alabado y glorificado sea el SEÑOR!
La Paz que proviene de TI, mi SEÑOR. La Paz que es producto de no ser yo, sino TÚ que habitas en mí. La Paz de no buscarme, ni engreírme, ni auto valorarme, ni sentirme suficiente, ni meritorio, ni con una buena hoja de servicio, sino la Paz de saberme tu hijo.
Sabiduría para servirte y caminar por el camino que TÚ me indicas, sin reclamaciones, sin cobardías, sin titubeos, sin dudas, sin condiciones, sin medias tintas, sin tristezas, sin enfados, sin regañadientes, sólo porque TÚ, mi SEÑOR, me lo mandas y de TI me fío.
Fortaleza, porque dándome es como únicamente puedo sentirme creyente y seguro. Mi fe se fortalecerá en la medida que me vaya dando a los demás: en la familia; en el trabajo; entre los amigos; en el grupo; en la comunidad; entre los necesitados; entre los enemigos, porque si soy capaz de amar y perdonar es señal de que TÚ, mi SEÑOR, estás detrás de mí.
Quisiera, lleno de paz, sabiduría y fortaleza ver el mundo con los ojos llenos de amor: ser paciente, comprensivo, humilde, suave y bueno. Porque sólo de esa manera seré capaz de esperar, comprender, servir, tener serenidad y buscar la verdad.
Quisiera ver a los demás como los ves TÚ, mi SEÑOR, para poder así apreciar la bondad de cada uno, porque siendo tus hijos tendrán muchas cosas buenas ya que TÚ ,mi SEÑOR, nada malo puedes hacer.
Cierra mis oídos a toda murmuración; guarda mi lengua de toda maledicencia, que sólo permanezcan en mí los pensamientos que bendigan; que construyan; que unan; que edifiquen; que animen; que compartan.
Quiero ser tan bien intencionado y justo para que todos aquellos que se acerquen a mí sientan tu presencia. Como Juan, tu primo, que sólo te vean a TI y que yo mengüe y desaparezca. Quisiera ser instrumento útil y fructífero que irradie tu Luz y contagie por donde quiera que vaya.
Y que en todos los actos de mi vivir cotidiano, revestido de tu Bondad, sea capaz de reflejarte y de transparentar la mayor dignidad de sentirme hijo TUYO.
¡Alabado y glorificado sea el SEÑOR!
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