jueves, 1 de marzo de 2018

TODO CONSISTE EN ESCUCHAR LA PALABRA DE DIOS

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Lc 16,19-31

Es momento de escuchar la Palabra de Dios. No podemos perder el tiempo, porque en cada momento nos jugamos la vida. La verdadera y única vida, porque de perderla, lo pasaremos muy mal. El Evangelio de hoy se nos explica y presenta lo que nos ocurrirá llegado el momento de nuestra muerte. Y no se dice para que nos dé miedo, sino para que no podamos justificarnos luego diciendo que no lo sabíamos.

Siempre, mientras tengamos vida, estamos a tiempo. No podemos ignorar a los que sufren y lo pasan mal. Debemos estar abiertos a compartir y a preocuparnos por los demás. La sociedad en la que vivimos nos induce a olvidarnos de los que sufren. Nos invita a pasarlo bien, a gozar y a divertirnos. Simplemente, nos sugiere preocuparnos lo necesario, pero nada más. Sin embargo, sí nos gustaría que se preocupen por nosotros.

No debemos olvidar que estamos salvados por la Misericordia de Dios. No porque lo merezcamos, sino porque Dios nos ama misericordiosamente y se olvida de todos nuestros pecados, para compartir con nosotros su Gloria Eterna. ¿No debemos hacer lo mismo nosotros con los demás? La parábola del Evangelio de hoy nos recuerda esa disponibilidad para estar sensibles y atentos a las necesidades que tienen los demás.

Y, no para meternos miedo, sino para que sepamos que nos jugamos, Jesús deja claro la existencia del infierno y también el sufrimiento de los sentidos y el abismo que nos separa de la eternidad plena y gozosa entre los que han vivido egoístamente y los que han desbordado de generosidad y amor. Porque no se trata de hacer las cosas por cumplimiento y según unas tablas o medidas. Se trata de darse y compartir por amor.

Por lo tanto, tú y yo podemos ahora elegir que queremos. Queremos hacer de este mundo, en el tiempo que  en el vivimos, el cielo de nuestra vida, o queremos guardar nuestra alma para vivir eternamente en el Cielo que Jesús nos tiene prometido. Esa es la pregunta. Ahora la respuesta depende de ti y de mí.

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