Jn 14,6-14 |
Hay mucha confusión. Los apóstoles no entienden y no les cabe en la cabeza eso del Padre está en el Hijo y viceversa. Ellos tienen la idea de un libertador terrenal y político que les sacará del yugo romano al que estaban sometidos. Pero, el perfil de Jesús no cuadraba con esa idea que ellos, como todo el pueblo judío, se habían formado.
Nosotros lo tenemos más claro. Lejos de esas ideas, los apóstoles, después de ser instruidos e iluminados por el Espíritu Santo nos han transmitido la verdadera esencia y divinidad de Jesús. Y, a través de la Iglesia, en torno a María, la Madre de Dios, ellos han continuado la labor evangelizadora que nos ha llegado a nosotros. Por eso, nosotros, gracias a ellos, tenemos las ideas algo más claras. Sin embargo, sigue habiendo mucha confusión en todos aquellos que se cierran a la acción del Espíritu Santo.
El mundo actúa también como un gran obstáculo seduciéndonos y alejándonos de la verdad y del verdadero camino. Y confundiéndonos con tradiciones y conjeturas que llevan a forjarse diversos dioses y multitud de imagenes según sus culturas y creencias. Porque, a Dios nadie lo ha visto y, a pesar de que le buscan con buenas intenciones, su desconocimiento le hace caer en idolatrías y desviaciones.
Jesús es la piedra angular, el fundamento de la verdadera Verdad, valga la redundancia. Él es el Camino, la Verdad y la Vida, y el verdadero Rostro del Padre. Quien le ha visto a Él ha visto al Padre. Son Palabras el mismo nos dice a la pregunta de Felipe. En Él está toda la Verdad y Él es el fundamento de nuestra fe. En Él encontramos la luz que necesitamos para el camino y para fortalecernos y no perdernos. Él es la Verdad, el Resucitado y el que nos aclara todo.
En verdad, en verdad os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré.
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