sábado, 26 de mayo de 2018

PARECERSE A UN NIÑO

Resultado de imagen de Mc 10,13-16
Mc 10,13-16
Los pobres, los indefensos, los desvalidos, los inocentes y todos los excluídos y marginados socialmente ocupan preferentemente el primer lugar en el Corazón de Padre Dios. Eso está meridianamente claro, pues Jesús lo ha dicho varias veces en su proclamacíón evangélica a lo largo de su vida pública: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado -Mc 9, 30-37-.» 

Ahora, ¿hay alguien más inocente, desprotegido, impotente, pobre y sin voz, necesitado y excluído que un niño, sobre todo,  en los tiempos que vivió Jesús en la tierra?  Pero también ahora y hoy mismo. ¿No son los niños las primeras víctimas de todo lo que acontece y ocurre en este mundo? Son utilizados y explotados en trabajos donde los someten a jornadas intensivas, y forzados, como esclavos, a trabajar con salarios ínfimos, a parte de privarles de su infacia y derecho al juego y a ser educados.

 Son militarizados, son víctimas para uso y satisfacciones sexuales y pornografía, y también condenados a muerte sin poder defenderse en los vientres de sus propias madres. Sí, realmente son los últimos y como dice Jesús, serán los primeros. Por eso, hoy, en el Evangelio declara : «Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el Reino de Dios. Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él»

Si tú y yo queremos también ser de los primeros tendremos que esforzarnos en ser como niños, y eso quiere decir que debemos buscar y ocupar el último lugar. Ese lugar que nos predispone a servir, a renunciar a previlegios y honores, a ser generosos, a compartir y a darnos gratuitamente en beneficios y bien de los demás.

  Sí, parecernos como niños es un buen camino a tomar y una bendición, porque es la búsqueda de abrirnos dócilmente a la acción del Espíritu Santo. Estar en esa actitud será siempre estar atento a la Palabra de Dios, porque un niño está despierto a aprender, a escuchar y a dejarse llevar por el que sabe más. Y ese eres Tú, Señor, que nos habla en nombre de tu Padre del Cielo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es esforzarnos en conocernos, y conociéndonos podemos querernos un poco más.

Tu comentario se hace importante y necesario.