jueves, 21 de noviembre de 2019

SÓLO EN LA PAZ PODEMOS ENCONTRAR A DIOS

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Lc 19,41-44
Primero tienes que guardar tu corazón en paz para luego ir al encuentro con Dios porque, en la guerra, en la confrontación, en la ira y la violencia nunca podrás encontrarlo. Jesús lamenta que Jerusalén no encuentre la paz y permanezca a merced del deseo de ser conquistada y de la envidia por su grandeza y su ostentosidad. Una ciudad que simboliza el corazón humano seducido por la ambición y la grandeza de poder y suficiencia. Una ciudad que cierra su corazón al amor de Dios y se resiste en descansar en su paz.

También, nosotros somos parte de esa Jerusalén rebelde y endurecida por sus propias ambiciones que se cierra al mensaje de la Buena Noticia y a la Palabra de Jesús. Y que pone su corazón en las aspiraciones humanas del poder y la riqueza. También, Jesús, el Señor, llora por nosotros cuando nos ve tan obstinados e ignorantes tratando de buscar la paz donde no se encuentra,  porque, la paz está en el Señor.

Ese es nuestro problema, tal y como lo es el de Jerusalén. Buscamos y queremos paz, pero no estamos dispuestos a cambiar nuestro corazón endurecido por el pecado por un Corazón manso y humilde como el de Jesús. Y, mientras no nos abramos al Espíritu Santo y nos pongamos en sus Manos, la paz no entrará en nuestros corazones.

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