Lc 21,5-19 |
El Evangelio de hoy trata de despertar nuestra mente e interpelarnos sobre la realidad que vivimos cada día. Parece que nos llama la atención a no pasar desapercibido de lo que vivimos en cada momentos e instante de nuestra vida y como hacernos despertar a esa realidad que, en muchos momentos, queremos eludir, pasar un velo tupido o mirar para otro lado.
El Evangelio de hoy parece escrito en y para los tiempos de hoy. Si bien, es verdad, que el Evangelio es Palabra Viva que se hace actualidad, a pesar de estar escrito hace miles de años, en nuestro tiempo. Sólo nos basta con mirar lo que está pasando en nuestra querida España y en muchos países de la América latina, de África, Asia e India.
El mundo ya no se contenta en vivir de espalda a Dios, sino que le hace la guerra y le amenaza con destruirle. Hoy, en mucho de esos lugares, se destruyen iglesias - templos - y se persiguen a los cristianos hasta el extremo de darles muerte. Sin embargo, no debe sorprendernos, porque, Jesús, el Señor, nos lo ha advertido para que no nos coja por sorpresa. Y ha sido el primero en sufrirlo.
Pero, nuestra esperanza es la garantía de la victoria. Él, el Señor, ha Resucitado y, también resucitarán todos los que crean en Él y siguen su camino a pesar de los contratiempos y sufrimientos que nos presenta. Nuestra esperanza se apoya y fundamenta en la certeza de la Resurrección, porque, Cristo, el Señor, ha Resucitado. Y lo que sucede no es cosa de ahora, sino que ya ha sucedido en muchos momentos de la historia de salvación del pueblo elegido, desde Abraham hasta nuestros días. En el camino hay muchos momentos de persecuciones, sufrimientos, esclavitud y muerte.
Pero, Jesús ha Resucitado y eso es lo que cuenta. Su Palabra es garantía de Vida Eterna y ese es nuestro destino histórico que nunca podemos olvidar ni perder de vista. Si perseveramos confiados en su Palabra, triunfaremos. Él nos lo dice claramente: Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.
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